jueves, 10 de marzo de 2011

Los guerra y los gordos


En el debate que promovió el Concejal Bernardo Alejandro Guerra Hoyos sobre Metroparques, cuando se ofuscó, quizá por falta de argumentos, la emprendió contra el gerente por su condición física, por su obesidad. Hablando de la situación financiera de la entidad dijo:

-Ojalá que con su peso traiga mas pesos-.

Este concejal es hijo, y medio homónimo, de Bernardo Guerra Serna, de su padre, un histórico dirigente. 
El hijo es heredero no solo del nombre si no también de la pasión por la política. Aunque la han ejercido en dos tiempos bien distintos y de maneras radicalmente diferentes. El primero, Bernardo Guerra Serna, el padre, salió de la nada y llegó a construir un "imperio" político. Nació en PEQUE, un pueblo de la Antioquia profunda. Por allá, escondido en las montañas de la cordillera occidental que se descuelgan verticalmente sobre el Río Cauca. De allí, de ese pueblo, salió Guerra Serna, el más importante dirigente liberal de las últimas décadas en esta región.

De joven llegó a Medellín, estudió en la Universidad de Antioquia, donde se hizo adicto a la política. Participó, en los años sesenta en el Movimiento Revolucionario Liberal, una disidencia hacia la izquierda de este histórico partido. Guerra Serna fue el más notorio en la generación que se propuso arrebatarle el partido a las oligarcas. El indio Guerra, como lo llamaban despectivamente algunos de esos oligarcas, se convirtió en el mayor elector de Colombia y fortaleció al partido liberal. Como símbolo de esa fortaleza construyó la Casa de Mármol. El sistema de la política era llamado clientelista, tener nómina para tener votos. Cosa que ahora se condena públicamente, pero antes se ejercía con cierta dosis de sinceridad.   

Guerra Serna era un hombre cerebral, de inteligencia calculada, comprendedor de la condición humana. Eso, y quizá su propio origen humilde le permitía ser excelente político. Aun sus contradictores lo admiran.
Pero el paso del tiempo y las deserciones marchitaron su poder. El partido liberal estalló en mil pedazos.  
Algún día valdría la pena que alguien escribiera la biografía de Guerra Serna, sería al mismo tiempo la reseña de un tiempo en la historia antioqueña.  

En la medida que el padre se ha ido replegando ha entrado en escena Guerra Hoyos, el hijo. Forjó una carrera empezando por ser gerente de Metrosalud; diputado a la asamblea, y luego senador de la República. Podríamos definirlo como un joven y exitoso político de nueva generación. Sobre todo que ha querido ser un cruzado contra la corrupción. En muchas ocasiones los diarios y noticieros han titulado con sus denuncias.  Algunas de ellas le han generado graves riesgos, que él asume con convicción.

Pero lo dos guerra son diferentes. El padre cerebral, el hijo pasional, el uno sereno y el otro airado. El uno retraído y el hijo mediático. Bien distintos. Guerra Hoyos actúa con la cabeza caliente. Y  ha dado muestras de no pensar suficientemente sus palabras y sus actos en la vida pública y privada.

Probablemente la pérdida de la curul en el senado sea muestra también de pérdida de credibilidad. Quizá los electores también esperan propuesta, y no solo denuncias. Además NO todas sus denuncias han resultado ciertas. Pareciera que hay personas que utilizan su ímpetu, y puede ser que él se haya vuelto adicto a las denuncias por que le gusta aparecer en los medios.

Le ha seguido gustando la burocracia como a su padre. Solo que él como político de nuevo estilo no lo puede aceptar. 

Volviendo al debate en el Concejo sobre Metroparques, le hizo falta lo cerebral de su padre. 

-Su figura me hace recordar a alguien que no quiero mencionar- vociferó mirando al gerente que además de obeso es negro.

Guerra Serna nunca habría dicho lo que dijo Guerra Hoyos. Nunca el padre habría recurrido al recurso fácil de su hijo. 

-Usted morirá de un tercer infarto y a mí me van a dar un tiro - dijo jugando a humorista y mártir al mismo tiempo.

No sé. Yo creo que el gerente podrá corregir su gordura. Ahora hay formas para de repente tener figura esbelta. Lo que no sé es si Guerra Hoyos pueda cambiar su manera de ser. Y si no cambia, puede accidentarse conduciendo en ebriedad, lo pueden mallugar intercambiado trompadas...  
 

2 comentarios:

  1. Mis padres dicen que el padre de este señor guerra fue mas malo que el mismo diablo

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  2. Para hablar del buen o mal funcionamiento de Metroparques , no es necesario hacer referencia a los atributos físicos del director es mas comparto que es un recurso facilista y sin aportancia al debate de Metroparques.
    Señor Guerra Hoyos, como bien dice mi madre, "apague....... y vámonos".

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