domingo, 6 de marzo de 2011

Pérez, el comisionado y don Berna (1)


Se  desató alias El Alemán a decir verdades –las que le convienen- y a  decir mentiras,  también según conveniencias. 

El  proceso de paz con las autodefensas iniciando por el Gobierno Nacional estaba a punto de naufragar. En el árido Santafé de Ralito, en el departamento de Córdoba, sitio definido para las conversaciones, se hablaba mucho  sin que nada pasara. De repente se anunció  el proceso de desmovilización del Bloque Cacique Nutibara en la ciudad de Medellín. Desmovilización que serviría, momentáneamente de flotador para que el proceso no fracasara, y que daría gusto a ciertos intereses.

El entonces alcalde Luis Pérez se había vendido como un hombre de paz, incluso publicó un folletín que tituló “Compro la guerra”, y se fue  a Bogotá  a hablar con  el Presidente y según le anunció a los medios de comunicación, logró que  Álvaro Uribe lo autorizara a iniciar contactos con los grupos armados de la ciudad. 

En la tarea le ayudaba  Tatiana,  su asesora de paz y convivencia.  En el momento que el proceso empezó a lograr alguna formalidad, se sumaron  los funcionarios de la Alta Consejería para la Paz, por instrucciones de Luis Carlos Restrepo.  En alguna reunión, con los capos de Envigado: Danielito y Rogelio, participan  a veces el alcalde Pérez, a veces Luis Carlos Restrepo y siempre sus asesores. Las reuniones eran con la llamada Oficina, específicamente con Rogelio Y Danielito, que actuaban bajo instrucciones de Don Berna. 

Había un problema… la alcaldía de Luis Pérez estaba a punto de terminar sin lograr nada importante en su estrategia de “compro la guerra”. A Luis Carlos Restrepo le avanzaba el tiempo sin ningún logro. 

Consultaron a Don Berna si podía desmovilizar el Bloque Cacique Nutiabara de Medellín, y él, ni corto ni perezoso, dijo que sí. Como era un narco, con el estigma de la Oficina de Envigado,  le interesaba afianzarse en el proceso de paz y se bautizó a sí mismo como Adolfo Paz. 

Varios asesores le dijeron al comisionado que el proceso era acelerado. Pero todos tenían afán. El propio Restrepo, el alcalde Pérez, y el recién bautizado Adolfo Paz.  Y además, para lograr la desmovilización todos se engañaban o creían engañar a los otros. El alcalde Pérez dijo que todos saldrían a un empleo ya creado, mentira, nunca creo uno.  Don Berna le dijo a mandos altos, medios y gente de base que se inscribieran. En ese aspecto es una desmovilización distinta a la del frente La Gaitana, de la que tanto se habla hoy.   Aquí sí habían estructuras reales de delincuencia: eso el paramilitarismo en Medellín.  Claro que no se desmovilizó toda la delincuencia. Y algunos de los desmovilizados como se constató después dejaron estructuras delincuenciales a la sombra.

En lo que se parece la desmovilización  del Bloque Cacique Nutibara al de la Gaitana es que para engordar el proceso,  para sumar, también reclutaron  a amigos, primos y vagos, que quisieran  la beca de la desmovilización.  Eso se notó. Lo dijeron periodistas,  opinadores y vecinos que vieron salir muchachos sin problemas a ponerse el uniforme. También se dijo que el paquete de armas estaba lleno de fierros inservibles. 

El comisionado les prometió garantías jurídicas ideales. Les mintió. Así todos mintiendo  llegaron a una fórmula en la que todos ganaban. Luis Pérez aparecía como un hombre de paz, don Berna apareció como comandante comprometido con la paz y afianzó un lugar en la mesa de las autodefensas.  Luis Carlos Restrepo daba los primeros resultados de un proceso incierto, y  le llevaba buenas noticias al presidente Uribe.

Un poco después don Berna tuvo que salir a correr, con su cojera, por esas sabanas de Córdoba, porque el gobierno lo quería capturar. 

Siguen muchos capítulos. Pero de momento digamos como el dicho de los viejos: “Lo que empieza mal, mal termina”.

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